Ir al contenido principal

El altar de la veneración extraordinaria de la Merced


La imagen de nuestra Santísima Madre de la Merced recibió a sus fieles y devotos hijos con motivo del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular celebrado en nuestra ciudad. En las siguientes líneas desglosaremos el significado y simbología del efímero altar que la consiliaría de cultos de la Fraternidad Seglar Mercedaria levantó en honor de la que es Reina y Soberana de nuestros corazones y Celestial Fundadora y Patrona de los mercedarios.

Emulando uno de los milagrosos hechos de la vida de nuestro Padre Fundador san pedro Nolasco, se escogió como ubicación para el altar el coro de nuestra conventual iglesia de San Gregorio de los ingleses, presentando a la preciosa talla de nuestra titular como si de la Madre Comendadora se tratase. Por ello, la erección del altar que servía de telón simulaba los coquetos y bellos retablos que se ubican en estos espacios conventuales, potenciándose esta idea con el hecho de que los fieles pudiesen ubicarse alrededor de la sede tal y como sucede durante los ejercicios de los oficios de las comunidades religiosas.

Así sobre un telón adamascado se levantaba el fastuoso frente de altar tardobarroco, de madera tallada y dorada con apliques de espejos, sobre el que se ubicaba, como no podría ser de otra forma por las fechas de la celebración, la murillesca imagen de la Inmaculada, obra de autoría anónima – parece ser que decimonónica – perteneciente a la clausura de nuestro convento, enmarcada por un bello dosel de madera tallada y dorada con cortinajes de terciopelo. El simulacro de la Tota Pulchra se iluminaba por sendas parejas de blandones, también de madera tallada y dorada, amén de estar adornado el altar por antiguos jarrones isabelinos de porcelana con flores de tela y papel, así como por tibores con azucenas, símbolo de la pureza de María, completando la escena una linda imagen decimonónica de Jesús Niño como mercedario a los pies de la Concepción. Cerrando con la escena monástica se ubicaron unas antiguas lámparas de araña cedidas para la ocasión por nuestros queridos hermanos de la Orden Seglar de los Siervos de María de Carmona, como también los candelabros de plata que escoltaban el retablo. 

El coro conventual recibía la aparición de la Reina de los Cielos y la Tierra, nuestra amadísima Madre, la Virgen de la Merced; que reposaba enhiesta sobre la pena que Guzmán Bejarano realizase en madera tallada y dorada en 1971.

Para esta ocasión la Virgen fue vestida con un rico hábito de lamé de plata bordado en hilos metálicos dorados, apliques metálicos y cristales a finales del siglo XVIII o principios del XIX, que se completaba con el magnífico y regio manto de tisú de plata bordado a realce por el taller de Carrasquilla en 1961 con hilos metálicos de plata y plata sobredorada perteneciente al convento de la Merced de Jerez de la Frontera. Además, la imagen cubría su cabellera con una fina mantilla de encaje de chantillí color blanco fechada como de mediados del siglo XIX y que fue ofrendada en 2023 por N.H. D. Carlos Rivero Gracia. 

Culminaba su iconografía la media luna y corona de metal plateado y el cetro de plata donado por Nª. Hª. Dña. África Baquero (q.e. p.d.) en 1940, además de numerosas joyas pertenecientes al tesoro de nuestra Santísima Madre, así como múltiples cesiones de varias devotas que para la ocasión las ofrecieron como muestra de filial veneración.

El exorno floral, obra de D. Alberto Paredes Martín, estaba compuesto por lirios, rosas spray, delfinium, alhelíes, mini calas y retama con variedad de verdes disponiéndose de forma naturalista a los pies de la María Santísima y sobre sendas copas de metal plateado cedidas gentilmente por la Hermandad del Santo Entierro de Morón de la Frontera.

FOTOGRAFÍAS: ÁNGEL MARTÍN VÁZQUEZ.

texto
texto
texto
texto
texto
texto
texto
texto
texto