El trabajo de todo un año ha visto sus frutos en los dos altares efímeros que se han levantado en honor de nuestra Santísima Madre y que en las presentes líneas describiremos para todos aquellos que quieran conocer más y mejor sus detalles.
Para la celebración de la novena que realiza la Comunidad de Padres Mercedarios y el triduo solemne que le dedica a nuestra Madre la Fraternidad Seglar, se realizó en el magnífico altar de la Virgen un coqueto montaje con trasfondo misional, que pretendía alcanzar el corazón del fiel por medio de la belleza, además de intentar dotar de simbolismo y contenido nuestro montaje.
Sobre el banco de altar, en el centro, se ha dispuesto una imagen de San José con el Niño en sus brazos de procedencia napolitana y cedido por un hermano, representando de esta forma a la Sagrada Familia de Nazaret. La talla se ubicó sobre una antigua peana de caoba ofrecida por N.H. D. Jesús Díaz Abollado. Su enmarque se producía con un manifestador realizado con tejidos antiguos, destacando en sobre manera el remate elaborado con menudas flores de talco datadas entre los siglos XVIII y XIX y de procedencia conventual.
Por toda la estructura se dispusieron candeleros de metal plateado con dibujo ascendente, llevando la visión del que lo contemplaba al dulcísimo rostro de Nuestra Señora, que lo presidía desde su peana de madera tallada y dorada, realizada en 1971 por D. Manuel Guzmán Bejarano, con un símil a la letanía “Reina Asunta al Cielo”.
Culminaba el montaje unas antiguas jarras de metal plateado con ramos de claveles blancos en forma cónica realizados por la Floristería Arrabal.
A ambos lados se ubicaban sendas columnas que albergaban las jarras de principios del siglo XX que se exornaban por Floristería Arrabal, a la manera de jubilosa explosión de la naturaleza por recibir a la Madre bajada de los cielos, con rosas mondial, matiolas, astromelias, crisantemos enanos, nardos, paniculata, eucalipto, tuya y chico yumbo. Además, en otras columnas se disponían unos antiguos candelabros de plata con platillos de cristal.
Cerraba toda la composición unas grandes columnas de madera tallada, dorada y estofada pertenecientes al altar de nuestra Madre (Guzmán Bejarano, 1971) con unos magníficos candelabros antiguos de bronce. Estas se ubicaban en los pilares que dan paso al presbiterio de nuestra iglesia.
Para celebrar la Eucaristía se empleó como mesa de altar portátil un antiguo escritorio donado a nuestro convento por una devota, revistiéndose completamente con el frontal dieciochesco de la Fraternidad y antiguos manteles de finos hilos.
Con todo este aparataje, y como no podría ser de otra forma, el Sagrario fue trasladado de su emplazamiento habitual en el altar mayor hacia el altar de nuestra Santísima Madre. Así, nuestro retablo se engalanó convenientemente para la ocasión empleándose un antiguo mantel de nuestra iglesia de fino lino con bordados en aplicación realizados con el mismo tipo de tejido. Sobre el tabernáculo de plata, donado hacia 1950 a la Comunidad mercedaria por una antigua Comendadora de la Fraternidad, se ubicó a modo de remate una deliciosa imagen en miniatura de Cristo Crucificado. Se fecha en el siglo XVII y pertenece a nuestra Comunidad Mercedaria. Para finalizar, el altar levantado en honor de Su Divina Majestad se adornó con varios arreglos florales en tonalidades blancas, color que la liturgia le otorga al culto eucarístico, costeados por la Fraternidad Seglar y la Hermandad del Santo Entierro.
Desde la consiliaría de cultos y equipo de priostía trasladamos nuestro agradecimiento a todos aquellos fieles, devotos e instituciones que nos han ayudado a conseguir nuestros propósitos para representar de forma tangible la Gloria de la que es Madre de Dios y nuestra, la Santísima Virgen de la Merced, a la vez que rogamos por ellos en nuestras oraciones.
A.M.D.G. et B.V.M.
FOTOGRAFÍAS: ÁLVARO TRANCOSO / "LA TRABAJEDERA", CARLOS RIVERO, JOSÉ MANUEL GARCÍA, IVÁN GARCÍA, JAVIER CORDERO / "MONTAJE Y FOTOS COFRADES" Y RAFA PEÑA.