Ir al contenido principal

Cuaresma, Jesús y María sufren por nosotros

Cuaresma
es tiempo de contemplar la pasión de Jesús y María. Pasión de Hijo y Madre, de los dos juntos. El icono de la Piedad recoge muy bien la pasión de los dos: Jesús y María sufren por nosotros. Ese es el misterio que comienza el Miércoles de Ceniza.

Son dos pasiones que ya estaban anunciadas anteriormente. En la presentación del niño Jesús en el templo, Simeón dijo a María: “Una espada te traspasará el alma” (Lc 2,35). El cuerpo muerto de su Hijo en brazos es esa espada anunciada. Esos brazos que fueron tan felices acogiendo al Jesús niño ahora son traspasados por la espada del cuerpo muerto de su Hijo adulto.

En relación a la pasión del Hijo, el mismo Jesús la anunció varias veces, comenzando por Pedro: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día” (Lc 9,22). El mismo Jesús anuncia su pasión como camino necesario para la redención de los hombres.

Cuaresma es también tiempo de asociar nuestra pasión de cada día a la pasión de Jesús y María. Nosotros también tenemos nuestra pasión. Ella se hace presente en forma de limitaciones, enfermedades, dificultades, limitaciones, agresiones o temores. Todo esto forma nuestra cruz de cada día. Cuaresma es tiempo de vincular nuestra pasión a la pasión de Jesús y María para recibir la fuerza de lo alto y poder alcanzar la victoria de la resurrección.

P. FR. EMILIO SANTAMARÍA FERNÁNDEZ, O. DE M. / SUPERIOR DEL CONVENTO DE SAN GREGORIO & DIRECTOR ESPIRITUAL DE LA FRATERNIDAD SEGLAR.