San Pedro Nolasco (1655). Gaspar de Crayer. Museo del Prado. |
Años después, mediante la aparición de la Santísima Virgen, instituye una pequeña y humilde fraternidad de hermanos redentores, que llevara a cabo la misión de conseguir limosnas con las que liberar a los pobres cristianos cautivos. Siendo signo de misericordia y obediencia, la disposición de dar sus vidas en dicho cometido si fuera necesario.
La imagen de san Pedro Nolasco sigue vigente con el paso de los siglos. Un hombre comprometido, arriesgado por la causa de la humanidad cautiva y perseguida; él es el hombre nuevo, que deja todo para embarcarse en la misión más difícil: devolver la libertad para vivir la fe. Hoy, Pedro Nolasco, sigue siendo aquel que no teme dar la vida por amor al otro en los nuevos lugares de opresión y cautividad.