“Si Cristo no resucitó vana es nuestra fe” (1 Cor 15,17). San Pablo se hace esta pregunta para luego responder con una afirmación contundente: “Pero sí, Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto” (1 Cor 15, 20). Esta es la piedra angular, la verdad central de la Pascua, el corazón de nuestra fe. Cristo está VIVO, Cristo vive y camina con nosotros hacia el encuentro con el Padre. El Cristo que ha caminado por nuestras calles y plazas exponiendo su dolor durante la Semana Santa ha alcanzado la cumbre de la gloria, ha recibido la corona de la victoria de manos del Padre, ha vencido a la muerte y al pecado, ha resucitado y nos ha resucitado a todos con él. Él es primicia de nuestra victoria final. La muerte ha sido vencida, la cruz ha quedado vacía, el sepulcro ha sido reventado, la luz ha vencido a las tinieblas del Viernes Santo.
Cristo está vivo. ¿Qué debemos hacer? ¿Dónde podemos encontrarlo? “Volved a Galilea, donde todo empezó, donde Jesús empezó su ministerio, donde Jesús fue después de resucitado” (Mt 15, 7). Esta es la orden del Resucitado. Desde Galilea hagamos lo que él hizo siempre: amar a todos, en especial a los pequeños, los pobres, los cautivos, los enfermos, los presos. Perdonar a todos, también a los enemigos. Servir en todo momento a los más necesitados. Hacer de nuestra vida un don para todos. Alegrarse más al dar que al recibir. Confiar siempre en la victoria del bien, del servicio, del don, como sucedió con Jesús. En esto consiste el seguimiento de Jesús, esta es la vocación del cristiano. Jesús está vivo y camina con nosotros.
Feliz Pascua ¡Aleluya!
P. Fr. Emilio Santamaría, O. de M.
Superior del Convento de San Gregorio.